Fundación Africano con mi Barrio: un milagro para los adictos dominicanos

Por: Wilder Páez

«Siempre habrá otra oportunidad, otro empleo, otro amor, pero nunca otra vida»

Por Wilder Páez

En el cerebro de un adicto no solo habitan pensamientos negativos ni deseos autodestructivos. En muchos casos, también existe una lucha silenciosa por salir del infierno de las drogas y el alcohol. Sin embargo, para miles de dominicanos esa voluntad no basta, porque no cuentan con una mano amiga, una institución o un espacio que les ayude a romper el ciclo de la adicción.

De esa realidad cruda, visible en calles, barrios y comunidades vulnerables del país, nace la Fundación Africano con mi Barrio, una iniciativa comunitaria que ha devuelto la esperanza a decenas de hombres atrapados por el consumo de sustancias, apostando por la recuperación integral del ser humano.
Cuando la calle se convierte en destino
En República Dominicana, la adicción sigue siendo una de las principales causas de exclusión social. Jóvenes y adultos terminan viviendo en condiciones de indigencia, alejados de sus familias y sin acceso a atención médica o psicológica. Muchos desean cambiar, pero la falta de recursos y el estigma social los condenan a permanecer en la calle.
Es en ese escenario donde actúa Africano con mi Barrio, presidida por Leonardo Mercedes. Miembros de la fundación recorren sectores empobrecidos y zonas de alta vulnerabilidad, identificando a personas con problemas severos de adicción, dialogando con ellas y con sus familiares, y ofreciéndoles una oportunidad real de rehabilitación.
Un refugio en La Romana

Los rescatados son trasladados a los recintos de la fundación en La Romana, donde inicia un proceso que va más allá del simple abandono de las drogas. Allí reciben alimentación, orientación espiritual, disciplina diaria y acompañamiento psicológico, en un entorno controlado que les permite separarse de los factores que alimentaban su adicción.

El proceso no es rápido ni sencillo. La recuperación puede tomar varios meses, dependiendo del estado físico y emocional del interno. Psicólogos, colaboradores y voluntarios trabajan para estabilizar al paciente, fortalecer su autoestima y prepararlo para una eventual reinserción social.

Fe, disciplina y acompañamiento

La fundación sustenta gran parte de su labor en la fe y el acompañamiento humano, entendiendo que la adicción no solo destruye el cuerpo, sino también la esperanza. Para muchos internos, el primer paso hacia la recuperación es sentirse valorados y escuchados después de años de rechazo.
Indigentes y adictos reciben apoyo constante y son sometidos a tratamientos que incluyen normas estrictas de convivencia, trabajo comunitario y orientación emocional. El objetivo es que cada persona recupere su dignidad, reconstruya vínculos familiares y comprenda que su vida aún tiene valor.

Un trabajo sostenido por la solidaridad

Africano con mi Barrio funciona principalmente gracias a donaciones voluntarias, aportes de familiares de los internos y la colaboración de personas solidarias que creen en la rehabilitación como camino de transformación social. No se trata de una estructura estatal ni de un centro de lujo, sino de un esfuerzo comunitario que se mantiene con sacrificio y vocación de servicio.

Uno de los mayores sostenes de la fundación lo representa Rubén Medina (El Panda) un empresario nativo de La Romana, radicado en Punta Cana. Gracias a él los internos disfrutaron de una Nochebuena inolvidable.

A pesar de las limitaciones económicas, la fundación ha logrado resultados tangibles en la salud física y emocional de muchos internos, algunos de los cuales hoy ofrecen su testimonio como evidencia de que la recuperación es posible.

Historias que no suelen contarse

Cada persona rescatada representa una historia que estuvo a punto de perderse. Hombres que fueron hijos, padres, trabajadores y ciudadanos útiles, y que la adicción llevó al abandono total. La fundación no solo trabaja con el adicto, sino también con su entorno, ayudando a sanar heridas familiares profundas.
Para muchos barrios, Africano con mi Barrio se ha convertido en una referencia de esperanza, un recordatorio de que aún en los contextos más difíciles es posible rescatar vidas.

Una respuesta desde la comunidad

En un país donde las políticas públicas de rehabilitación resultan insuficientes frente a la magnitud del problema, iniciativas como Africano con mi Barrio demuestran que la acción comunitaria organizada puede marcar la diferencia. No se trata solo de rehabilitar adictos, sino de devolver seres humanos a la sociedad.
La fundación continúa su labor silenciosa, lejos de los reflectores, pero cerca de quienes más necesitan ayuda. En cada rescate, en cada historia de recuperación hay una verdad sencilla pero poderosa: nadie está perdido mientras exista alguien dispuesto a tender la mano.

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